Desde hace unos años considero que la Noche Buena o Navidad no es un sólo día para celebrar. Para mi, cualquier día es especial. De hecho, he instaurado en mi familia mexicana una costumbre que es nuestra “Navidad especial”, ya que por temas laborales y de distancia no puedo estar en los días tradicionales.
Pero, a pesar de todo eso, siempre el 24 de diciembre es un día muy especial para mí y por ello quiero compartir el siguiente texto del encanto de la vida simple referente a este día y esta noche. Os deseo una noche mágica y una muy muy feliz Navidad.
“Esta noche es mi noche preferida del año. En este momento de silencio el aumento de las cosas simples no es una filosofía, sino la realidad perfeccionada. Mi corazón está lleno de GRATITUD; buscar la simplicidad en nuestras obligaciones para las fiestas ha preservado mi cordura; el orden ha hecho que se moviera todo lo que tenía que moverse; ha surgido un sentido de armonía porque finalmente me detuve el tiempo suficiente para encontrar el equilibrio entre el trabajo y la familia, al menos durante las fiestas; la belleza me rodea en los adornos navideños que hay en toda la casa, ahora iluminada e intensificada con el resplandor de las velas y un fuego acogedor en la chimenea; y ha llegado la alegría, el hijo de la risa y la felicidad, el huésped de honor en nuestro festín familiar.
Después de la cena, después de que cada uno de nosotros haya abierto un solo regalo y los demás estén en la cama, es el momento para mi propio ritual privado de Navidad: la preparación de una bandeja de Navidad, que es una costumbre medieval inglesa que nunca deja de poner de relieve el verdadero significado de esta noche especial.
Cuenta la leyenda que en la noche de la Natividad quienquiera que se aventure a salir bajo una copiosa nevada portando un hueso suculento para un perro perdido que se lamenta, un poco de heno para un caballo que tiembla de frío, una capa de abrigo para un viajero desamparado, una guirnalda de alegres hayas para quien ha llevado cadenas, un plato de migajas para los pájaros ateridos que creían que su canto había muerto y dulces para los niños pequeños que miran desde ventanas solitarias, quienquiera que prepare esta bandeja de sencilla abundancia recibirá regalos asombrosos que rivalizarán con los colores del pavo real y las armonías del cielo.