Afrontando el miedo creativamente.
Me gustaría comenzar este post haciendo las siguientes preguntas:
¿Cuántas veces has sentido miedo?
¿Cuántas veces has utilizado la creatividad para transformar tu miedo?
Para responder estas preguntas, vamos a iniciar un viaje por el miedo. Veamos cómo podemos usar nuestra creatividad para convertirlo en un aliado de nuestro crecimiento personal.
El miedo es inherente al ser humano. Nacemos con él y nos acompaña toda la vida. No podemos escapar de él. Su función es prepararnos para la supervivencia, para dar una repuesta rápida y eficaz ante un riesgo o una amenaza vital.
El miedo es natural y lo primero que tenemos que hacer es aceptarlo. Cuando no aceptamos el miedo es cuando nos paraliza y no nos deja avanzar. Tenemos que aprender a aceptar el miedo como motor del cambio. Vivimos en un mundo que todo el tiempo está en constante cambio, movimiento. Si lo vemos como una oportunidad, podemos avanzar y crecer. Esto no es fácil porque vivimos con la idea de que el miedo es malo. Al no saber gestionarlo, éste es capaz de bloquear nuestra creatividad y nuestra toma de decisiones. Nos han educado atemorizándonos por las cosas. No nos enseñaban a usar el miedo en nuestro beneficio y poder transformarlo en motor para alcanzar nuestras metas.
Hoy parece que estamos en el camino de la educación emocional para aprender a conocer nuestras emociones y al mismo tiempo, saber gestionarlas en nuestro favor.
La creatividad es un recurso que se puede usar para hacer frente a los problemas o encontrarles una solución innovadora.
Cuando algo no funciona, normalmente no es cuestión de intentarlo con más ahínco, sino de intentarlo de otra manera. Y ahí es donde entra en juego la creatividad. Es el principio de un gran cambio.
Las emociones y su poder.

No hace mucho tiempo las emociones estaban vetadas y no se valoraban. De hecho, muchas emociones, sobre todo las negativas -la tristeza, la rabia, la ira o el miedo- tenían carácter de debilidad y se reprimían. No se mencionaban, sino todo lo contrario, se escondían y se reprimían. Todo se guiaba a través de la cabeza. La razón era la claridad y la verdad. Las emociones eran el gran desconocido y por tanto generaban confusión y caos. No eran ni reconocidas ni aceptadas.
Recuerdo durante mi niñez que llorar estaba mal visto y más si eras un niño. Hablar de lo que sentías no estaba permitido porque inmediatamente te etiquetaban de débil, raro o diferente.
Las frases típicas que te decía eran: “Los niños no lloran” o “Llorar es de maricas”.
Todas ellas una lindeza. ¡Cuánto daño hemos hecho! Las emociones no expresadas afectan sin duda a la vida de uno mismo. Y así vas creciendo sin reconocer el torbellino que tenías dentro de ti y, que muchas veces, salían con fuerza, como fieras indomables.
Un día siendo ya adulto, te despiertas con un malestar en tu interior, cuestionándote qué es lo que pasa. Sin saber que la respuesta o respuestas las tienes más cerca de lo que piensas. Lamentablemente, en vez de buscar, explorar y descubrir en tu interior, lo que hacemos es echar balones fuera para justificar todo el malestar, tristeza y desesperación que sientes.
Actualmente, estamos siendo testigos de un cambio de paradigma. Mostrar las emociones ya no es un signo de debilidad, sino que es necesario para la saludo psíquica y física. Es un cambio lento pero que poco a poco se va viendo una pequeña transformación social.
NUESTRO DRAGÓN: El miedo

Había una vez un aprendiz de mago que vivía nervioso todo el tiempo debido a un dragón que habitaba en su mente, en sus pensamientos. Todos los días intentaba no pensar en él. Lo ignoraba. Quería pasar desapercibido ante su presencia. Sin embargo, el dragón siempre estaba ahí acechándolo, buscándolo y haciéndose presente en cada momento.
Cuando el dragón lo visitaba, el aprendiz de mago se paralizaba, ocasionando que no se atreviera a hacer cualquier cosa, siempre pensando en todo lo que podría salir mal. Un día cansando de vivir con los nervios a flor de piel, el aprendiz de mago decidió enfrentar al dragón.
El dragón, al darse cuenta que el aprendiz de mago lo estaba esperando, se quedó petrificado al ver que éste lo estaba mirándo fijamente a los ojos.
El aprendiz de mago le digo con una voz calmada y muy pausada:
“querido dragón, siempre he sabido que eres parte de mi esencia, que formas parte de mi ser. Sin embargo, te evitaba. No quería conocerte ni saber de ti. Hoy he decidido reconocerte y aceptarte como parte de mi esencia.”
El dragón, al escuchar al aprendiz, se debilitó y con una voz pausada le habló:
“Has hecho con este gesto un gran acto de valentía. Una vez que reconoces las cosas tal cual son, actuaras de la forma que consideras apropiada y digna”
Y prosiguió: “Esto implica reconocer que, en la vida, siempre se puede elegir, tener miedo y, aún así, actuar con valentía; tener celos y, aún así, actuar con benevolencia, aceptar ser humano y actuar con humanidad.”
El aprendiz de mago se emocionó tanto que comenzó a llorar y su primer impulso fue abrazar a su dragón. Se acercó hacia él y los dos se fundieron en un gran abrazo de amor. A partir de ese momento el aprendiz de mago comenzó a reconocer y experimentar sus emociones. Se concedió el permiso, el espacio y la libertad para ser humanos, sin juicios, ni etiquetas.
¿Qué te ha parecido el cuento?
La mayoría de nosotros tenemos el mismo dragón que el aprendiz de mago, pero muy pocos nos atrevemos a aceptarlo como parte inherente de nosotros. El otro día estaba navegando por la página aprendamos juntos del diario el País y BBVA cuando decidí ver el siguiente vídeo de Pilar Jericó.
No dejes de verlo, ampliará tu mirada sobre el miedo.
Los inhibidores de la creatividad y el antídoto contra el miedo.
La creatividad es una expresión de ti mismo y de la manera en que eliges vivir tu vida. Es una herramienta muy potente que te permite sumergirte en aquello que te cuesta expresar, como las emociones. Alimentarla y practicándola puede darte recursos adicionales a la hora de manejar los problemas y buscarles soluciones, pues te ayudará a ver el mundo desde otros ángulos. Sin embargo, existen inhibidores de nuestra creatividad. Para mí, son los ladrones de los sueños.
La autocensura, la fijación funcional, el miedo al fracaso y la perfección son los principales saboteadores de la creatividad.
Su “modus operandi” es el siguiente. Tienes que poner atención: Si oyes una voz interior que te dice a ti mismo “no puedo”, “no debería”, “no doy la talla” o si te estás mostrando rígido o inflexible ante una idea, pon atención. Estás presenciando como estos inhibidores están coaccionando tu creatividad.
Igualmente, si sientes miedo al fracaso, a pensar en la desaprobación de los demás, miedo al ridículo o estás siendo perfeccionista están intentando obstaculizar tu creatividad igualmente.
Para quitarles el poder, tienes que recordar que la creatividad se basa principalmente en explorar posibilidades, en estar dispuesto a darles una oportunidad y en aceptar que a veces las cosas no saldrán como habías esperado, ni llegarán siempre a buen puerto.
El antídoto contra el miedo
Antes de proseguir en nuestro viaje del miedo, mira el siguiente vídeo
¡Qué importante es el amor incondicional de tus padres, de tus abuelos!
¿Y la confianza?
Como hemos visto en el vídeo, el amor incondicional y la confianza son los mejores antídotos contra el miedo. Lo que neutraliza el miedo es el amor, el amor a uno mismo y el amor a lo que haces. Por eso es muy importante desde que nacemos que nuestros padres, nuestros abuelos nos quieran incondicionalmente y nos transmitan su confianza para generar la nuestra más adelante.
Pero… Si, ahora viene el señor Pero.
Pero……, ¿Qué hacemos hoy por hoy todos aquellos que aún no hemos enfrentado a nuestro dragón?
El poder de la creatividad
Aquí es donde entra la creatividad para comenzar a cambiar nuestra relación con nuestro dragón. Te invito a que te des la oportunidad de comenzar a conocer a tu dragón e inicies una relación más positiva con él. ¿Cómo?
A través del arte y de la creatividad.
El arte se nutre de las emociones; la creación artística permite que éstas pongan de manifiesto y revelen la existencia de distintos estados anímicos. La siguiente actividad creativa tiene como objetivo expresar tu miedo. Vas a conectar con tu emoción y, al mismo tiempo, vas a explorar sin límites tu creatividad. Tu perspectiva sobre tus miedos va a cambiar.
Recuerda que tú eres un artista y tu creatividad siempre ha estado ahí.
SOPLA TUS MIEDOS….


Para finalizar
El miedo es una emoción primitiva y poderosa. Su función es prepararnos para la supervivencia, para poder dar una respuesta rápida y eficaz ante un riesgo o amenaza vital. Hay que tener miedo de los peligros reales. Pero no hay que tenerlos de los peligros que sólo vienen de nuestra imaginación.
El miedo tiene una función positiva y es la de hacernos detener ante una situación de peligro y actuar con prudencia. Sin él nos atreveríamos a hacer cosas demasiado arriesgadas para nuestra vida. El miedo nos señala ese peligro o situación que nos inquieta en nuestra vida y lo interesante es poder entender el porqué.
Pero, ¿cómo podemos afrontar nuestros miedos creativamente? Mediante dos herramientas muy potentes: El arte y la creatividad.
El arte se nutre de las emociones; la creación artística permite un mayor conocimiento de uno mismo y de los demás. La creatividad te permite sumergirte en aquello que te cuesta expresar, como las emociones, por vías como podrían ser el arte, la música o la escritura creativa. Hacer ejercicios creativos te ayudarán a conectar con tu emoción, explorando tu propia creatividad.
Así que, la próxima vez que quieras explorar cualquier situación que vivas, introduce un poco más de creatividad en tu vida. La creatividad es un modo de mirar, una manera de expresarse y una forma de vida.
Con cariño y gratitud siempre,
Quique TORRES
Fundador El albergue del alma
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