Cuando viajas, lo más interesante no es tanto descubrir otros países sino regresar a tu país y verlo como si fuese un país extranjero, como si fueses un extraño en tu propio país.
Chesterton

BUTÁN, EL REINO DE LA FELICIDAD

Viajar es uno de mis placeres más gratificantes que puedo tener.

Cada vez que tengo la oportunidad de conocer un punto de nuestro maravilloso planeta, la emoción me embarga por todo mi ser. Mis sensaciones, de cuando era pequeño, salen a flor de piel.

Es como si volviera a vivir esas primeras experiencias de viaje.

Mi mente me transporta a la experiencia vivida y la vuelvo a sentir y vivir como si estuviera ahí.

Cuando he tenido la fortuna de viajar y conocer aquellos lugares que había estudiado o leído en los libros durante mis clases, me siento agradecido por ello.

Lo que me ocurre casi siempre, es que descubro algún aspecto inesperado, priorizo algún valor específico al que no había hecho demasiado caso, o a una forma de hacer que me puede resultar atractivo y que puedo incorporar a mi forma de vivir.

Otra cosa que experimento es jugar con mi imaginación.

Hago que mi mente se transporte al pasado para ser un observador.

Si estoy en una ciudad, me encanta observar los edificios.

Me imagino entrando por una de sus ventanas con mi imaginación para recrear una situación del pasado.

Observar a sus inquilinos, contemplar como se desenvuelven, y palpar sus miedos, sus temores o sus alegrías.

Es una experiencia que me gusta hacer ya que me ayuda a ver las cosas desde otro punto de vista.

Algo curioso me pasa, Dice Elsa Punset, que cuando adoptas otra cultura, abres los ojos y miras desde otra perspectiva.

Dejas de dar por sentado lo que siempre has hecho, cambias la vara de medir a las personas, te vuelves más tolerante y diría más, te vuelves compasivo.

Nada parece ya tan evidente, tan normal. Dejas de ser tú el centro del mundo, de la normalidad que te era familiar.

MI PRÓXIMO DESTINO ES…

Hoy, quiero contarles sobre un país, Bután, que aún está en mi lista de futuros destinos, que ha innovado en su forma de hacer política y en su modelo de desarrollo.

El Reino Budista de Bután no es un país rico ni mucho menos, siempre estuvo en continuas guerras.

La mayoría de su población se dedica a los sectores agrícola y ganadero y hoy sigue teniendo una serie de problemas graves propios de un país, pero su gente ha sido determinada como la más feliz del mundo.

Pero, ¿cómo medimos y definimos el progreso y el éxito?

No basta con medirla en función de la tasa de crecimiento en el producto interior bruto (PIB).

Se ha visto reflejado, aunque en las últimas décadas, el crecimiento económico se haya disparado, no existen indicios de que el bienestar emocional de las personas, su felicidad, haya crecido de forma paralela.

El cuarto rey de Bután, Jigme Singye, creía que el progreso y nivel de avance de un país no se debe medir únicamente bajo parámetros económicos, sino también por el nivel de felicidad de sus habitantes.

“La felicidad interior bruta es mucho más importante que el producto interior bruto”, sentenció en su discurso de coronación.

No fue un mero slogan.

Filosofía de la Felicidad

Desde aquel día, la filosofía de la felicidad interior bruta (FIB) ha guiado la política de Bután y su modelo de desarrollo.

La idea es que el modo de medir el progreso no debe basarse estrictamente en el flujo de dinero.

El verdadero desarrollo de una sociedad, defienden, tiene lugar cuando los avances en lo material y en lo espiritual se complementan y se refuerzan uno a otro.

Cada paso de una sociedad debe valorarse en función no sólo de su rendimiento económico, sino de si conduce o no a la felicidad, comenta Pablo Guimón, en su artículo, el reino que quiso medir la felicidad.

Según algunos viajeros, Bután es una realidad como experiencia de bienestar para su gente.

Valoran lo que viven, su país, su cultura, sus relaciones comunitarias y a su rey, teniendo claro que hay que mejorar en educación, gobierno, condiciones de vida y bienestar psicológico.

Espero poder comprobar con mis propios ojos esta maravillosa filosofía, principalmente con los butaneses. Prometo compartir esta experiencia una vez hecha.

Quiero concluir compartiendo, tal como he comentado, no hay país o nación perfecta.

Lo que necesitamos es crear nuevos paradigmas de desarrollo sustentable, donde haya un equilibrio entre lo material y lo espiritual en las áreas de desarrollo social, preservación cultural, conservación y gobierno.

Hoy en día, sabemos mucho más, a ciencia cierta, acerca de lo que nos acerca a la felicidad.

Podemos ya incorporar estos conocimientos a nuestra forma de vivir y de legislar.

¡Gracias infinitas por leer, comentar y compartir!

Quique TORRES
Fundador El albergue del alma

P.D. Quieres dibujar tu mapa de la felicidad, únete al albergue del alma.

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