Cuando Akiba yacía en su lecho de muerte le dijo a su rabino que sentía que era un hombre fracasado. El rabino se acercó un poco más y le preguntó por qué, y Akiba le confesó que su vida no había sido como la de Moisés. El pobre hombre comenzó a llorar y admitió que tenía miedo de cómo lo juzgaría Dios. Ante esto, el rabino se inclinó, acercándose, y le susurró con dulzura al oído: “Dios no juzgará a Akiba por no haber sido Moisés. Dios juzgará a Akiba por no haber sido Akiba.”

FRAGMENTO DEL TALMUD

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.